Sensación agtidulce, alegría con regustillo a dolor, rabia y miedo.
Como cuando te pillas un dedo con una puerta un rato y luego lo liberas.
Como una gastroenteritis aguda cuando se pasa.
Como cuando despiertas de una pesadilla.
Alivio, alegría y euforia por encontrarte bien; pero en realidad sólo has recuperado la normalidad; porque lo que no era normal era lo anterior.
Pero no nos confundamos, ni la pesadilla ni la enfermedad han terminado: la pesadilla de una niña seguro que va a tardar mucho tiempo, y la enfermedad la tenemos todxs; se llama patriarcado.
Justicia patriarcal que hoy sigue llevando toga y mañana seguirá dictando sentencias; y nuevos gobernantes en nuestros pueblos y ciudades que quieren cambiar las leyes para que todo se quede «en familia», y que persiguen a las personas que luchan por la igualdad.
Así que una pequeña victoria a medias. Rectificación de una sentencia que nunca debió dictarse, sobre unos hechos que nunca debieron ocurrir.
Y mucha responsabilidad, la de seguir luchando, saliendo a la calle, gritando cuando haga falta, señalando con el dedo, denunciando….. y educando. Me temo que más que nunca.
Seguiremos luchando, nosotras sí somos manada.
Y seguiremos educando en el feminismo, cuanto más nos niegan y nos atacan, más razones nos dan para hacerlo. Mil mujeres -las contabilizadas- asesinadas ya eran una buena razón; pero ver cuántas ampollas levanta la lucha por la igualdad, hace sospechar que los privilegios que estan en juego son muchos.
Elena Vélez Agustín.