Comienzo con una afirmación que a priori puede parecer contradictoria, “Para poder seguir adelante es necesario volver atrás” Así sucede con las personas cuando nos sumergimos en crisis vitales profundas; la salida pasa siempre por la vuelta atrás, a nuestra esencia, y a partir de ella reconstruirnos, en ello se basan la mayoría de las terapias que buscan el crecimiento personal.
¿Ocurrirá lo mismo con las sociedades en crisis?
Vaya por delante que con “sociedad en crisis” no me refiero a los mercados financieros, la deuda pública, los macrodatos, los micropolíticos, la corrupción, los abusos, las estafas…. O quizás en realidad sí se trata de eso.
¿Para que una sociedad en crisis salga adelante, primero tiene que volver atrás?
No se trata de un viaje fácil y placentero como a primera vista pudiera parecer. Volver los pasos atrás sobre el camino ya recorrido puede presentarse como una opción más cómoda y segura que seguir adelante; in embargo se trata de un largo recorrido que requiere todo un proceso de introspección; eso sí, quien llega hasta el final, se ve recompensado.
En una primera fase de certeza tomaríamos consciencia realmente de la situación de crisis, lleva un tiempo desde que suenan las primeras voces de alarma hasta que llegamos al convencimiento.
Después llega una especie de atolondramiento obstinado, que más popularmente llamaríamos “dar palos de ciego”. En esta fase pretendemos de golpe introducir todos los cambios que hasta ahora no hemos considerado necesarios, y hacerlo sin pararnos a pensar y “pese a quien pese”, en una especie de falsa omnipotencia auto-inducida, que en su peor versión puede llegara a ser realmente dañina.
Cuando todo éste ímpetu tardío y desorientado fracasa, pasamos a la fase de frustración y depresión, Fase imprescindible, al igual que en los procesos de duelo, ya que representa el “tocar fondo”, el punto de inflexión a partir del cual resurgir.
En este punto del camino, en el proceso de duelo vendría la fase de aceptación; pero esta fase no tiene cabida en nuestro viaje, ya que una situación de crisis –sea personal o global- no es una muerte que haya que aceptar como parte inevitable de la vida; sino una situación negativa y destructiva, y en nuestras manos está revertirla o cronificarla.
En lugar de resignarse a la aceptación, las sociedades e individuos maduros deben, debemos, iniciar un proceso de introspección. Deben volver atrás y rascar hasta encontrar su esencia, su idiosincrasia, las fortalezas que le llevaron a superar anteriores crisis, el nexo común que ha permitido conseguir tantos avances, logros y evolución; y que nos hace ser quien somos. Y este hilo del que tirar no es otro que la gran potencialidad del ser humano; su creatividad, generosidad, inteligencia, inconformismo, resiliencia, empatía, fuerza de voluntad, capacidad de amar… ¡su humanidad en definitiva!
Como decíamos al principio, no es fácil llegar a este punto, este viaje atrás requiere mucho trabajo interior, autogestión, autocrítica. En definitiva, mucha valentía para mirarse las entrañas y rebuscar en ellas sin remilgos.
¿Será nuestra sociedad lo suficientemente madura como para mirarse “pa’dentro”, reflexionar i reinventarse?
Espero de verdad que sí, que la re humanización de la sociedad sea la herencia que queramos recordar de esta crisis.